jueves, 2 de junio de 2011

Las Lumbreras Mayores.

«E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche...»
(Gén. 1:16)
Me gusta pensar acerca del sol y de la luna como una figura del matrimonio. El sol, el planeta más gran-de y brillante, fue dado para tener autoridad sobre el planeta menor, la luna. Ambos habían de ser siervos al planeta de tamaño medio, esto es, a saber, la Tierra.

Puede que su esposo no sea físicamente más gran-de o más fuerte que usted. Pero, ¿sabe que él tiene la autoridad y la responsabilidad sobre el hogar? El puede estar confinado a una silla de ruedas, a una cama o a quietud, pero las bendiciones de Dios reposan sobre su hogar de acuerdo a la relación que su esposo tenga con Dios, y usted sepa también reflejar.



El sol es una gran lumbrera. Su función principal es proveer luz y calor a la desvalida Tierra, y en ello, no tiene otro competidor. De modo que puede cumplir

exactamente el propósito para el cual fue creado por Dios. ¡Ojala que así sea con su marido!
Los hombres no fueron creados para competir con las mujeres en cuanto a ver quien tiene la suprema función. Ambos el sol y la luna fueron hechos dos gran-des lumbreras. Sólo que a cada uno le fueron dadas funciones diferentes.

¡Qué maravilloso es el poder ver a nuestros esposos como las personas que Dios creó de acuerdo a Sus propósitos! Hemos de permitirles la oportunidad de brillar y alcanzar logros en aquellas áreas que Dios les dio para gobernar. Si alguna vez la luna pasara a tomar el papel más prominente, la vida sería imposible sobre la tierra; y de igual manera sucedería en su hogar si usted querida hermana tomara la preeminencia saliendo del lugar que Dios le asignó.

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